Porque si, como decía Walter Benjamin, el arte hunde sus raíces en el ritual, de lo que se trata aquí es de conectar con esa hondura rayana con la fe irracional y la locura, la violencia y el vuelo sublimado de lo que denominamos espíritu, sin embargo, sin la estructura comunitaria, ni la participación en el rito, ni la creencia en lo sagrado, domesticada, vaciada y marginal en nuestra ...
En el amplio espectro que conforman los artistas, se produce la gran dicotomía, la paradoja de las envidias y las rencillas personales, por creer que nuestra obra es la mejor. El auténtico artista es ordenado en el sacramento del arte, por su propia producción y nada más. Será en todo caso la opinión pública sobre sus obras, la que decida.
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